Siglos de restos de pescado desechado fuera del puerto atrajeron a los tiburones tigre, que ahora constituyen una población residente. En la actualidad, las inmersiones estructuradas permiten a los grupos descender a 10-11 m, asentarse en el fondo marino (máximo 30 minutos) y observar la llegada de los tiburones tigre después de soltar el cebo: una experiencia intensa e inolvidable.